jueves, 15 de noviembre de 2007

La revolución será descargable

En cada vuelta de tuerca, los mercaderes vuelven a descubrir como convertir a los jóvenes en un nicho de mercado. Supongo que por eso este mes me he visto involucrado en dos proyectos distintos que tienen como objetivo a los jóvenes, uno de ellos a cargo de una agencia de publicidad, y el otro a cargo de una multinacional.

En virtud del segundo proyecto, recibí una columna escrita por Nicolás Copano hace un par de meses. Se titula Llamado a la Revolución y en ella, siguiendo la tónica de su discurso, Nicolás parece sentirse en medio de una ola vertiginosa de cambio cultural revolucionario. Como quien estuviera a punto de presenciar la toma de la Bastilla o a Watt terminando su máquina de vapor.

No quiero extenderme mucho sobre el tema, porque ya escribí algo parecido en otro post. Sólo compartir esto: creo que la sensación de ser parte de una revolución es una de las principales razones por las cuales esa revolución casi nunca es tan revolucionaria.

Dice Nicolás, desde el 2010 la década que viene es nuestra, compañeros, los que tenemos entre 15 y 25 años estamos en el minuto cero. Ten paciencia y descubrirás que una vez que esos compañeros tengan entre 25 y 35 años, y luego entre 35 y 45 años, nada habrá cambiado realmente. ¿Algo cambió realmente desde que los periodistas de la Zona de Contacto de hace 10 o 20 años se convirtieron en adultos? ¿Algo cambió realmente desde que los dirigentes de los movimientos secundarios de los 80 se convirtieron en nuestros políticos y en nuestros empresarios? ¿Son realmente tan distintas Consuelo Saavedra y Cecilia Serrano? ¿Cuánto se demoró el mismo Nicolás Copano en pasar de ser el adolescente polémico que le revolvía el gallinero a los más viejos, a ser un locutor indistinguible de todos los demás? ¿Tres años?

Los famosos jóvenes siempre han tenido todas las herramientas para cambiar el mundo -es toda una redundancia decir que el futuro les pertenece- pero hasta el momento lo único que he visto es como la dulce ebriedad de sentirse en medio de un cambio radical sólo conduce a la misma resaca y a la misma amnesia que cualquier otra ebriedad. Nada cambió realmente, pero puta que lo pasamos bien, ¿o no?. Y vendrá una una nueva ola de jóvenes, ebrios de cambio y convencidos de que esta vez si que si.

Con todo lo que me gusta escuchar a Javiera Mena, cero posibilidad de que esta o la próxima generación pasen al siguiente nivel. Y quien puede culparlos. La capacidad de percibir nuestro entorno es similar al envejecimiento de los sentidos: mientras más aprendemos a reconocer las sutilezas que percibimos, cada vez somos capaces de percibir menos sutilezas.

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