Soy más bien partidario de respetar a los vivos que a los muertos, pero aún así me parece extraña la prescripción de la dignidad post-mortem. Casi todos coincidirán en que a los muertos se les debe dejar descansar en paz, y que si se los entierra es para que se queden ahí. Nadie, salvo los practicantes de ritos sui generis, pensaría que es una buena idea sacar a su madre de la tumba para exibirla. Tampoco a su abuela. Pero, ¿cuántas generaciones se demora en prescribir el respeto a los muertos? Me imagino que cuando enterraron a Tutankamon era con la intención de que se quedara en su tumba para siempre, y no para que después de tres mil años encontraran que era mejor idea sacarlo de su eterno descanso y exibirlo en una vitrina. Así que ya sabemos, para siempre dura con suerte tres mil años. Y bastante menos si te mueres en Guanajuato.
lunes, 5 de noviembre de 2007
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