lunes, 10 de diciembre de 2007

Bendita cooperativa


Tenía ganas de escribir algo porque Pinochet lleva un año muerto y es costumbre ritual de esta época conmemorar un aniversario de lo que sea. Lo intenté, lo juro, pero la verdad es que no se me ocurrió nada nuevo salvo las mismas viejas consignas de siempre. Entonces me quedé pensando en eso, en los argumentos de un lado y del otro y en las frases estereotípicas…

Pareciera que después de muerto ya no lo recordamos a él, sino a todo su inmenso y espeso imaginario, compuesto de un lado por el discurso de la ‘prosperidad económica y agradecimiento’, del otro la ‘rabia, impotencia y una cierta felicidad, no sin sentimientos encontrados, por su muerte’, y tal vez un tercer lado de ‘indiferencia’, entre otros, forman parte del poliedro. Entonces vienen los análisis sintetizados al estilo de ‘todo lo bueno/malo que hizo para chile (y algunos de sus bolsillos), pero a qué costo (humano, social, político, etc)’.

Revisé los diarios locales esta mañana y, salvo cooperativa.cl (bendita cooperativa), no encontré ninguna noticia principal al respecto. Tampoco en algunos diarios españoles; igual hay cosas más importantes de qué preocuparse. Eso sí, su hijo Marco Antonio dijo que esperaba que a su padre no lo borraran de la historia de Chile. Concuerdo con él, me parece sencillamente imposible borrarlo del mapa. Y aunque se pudiera, eso es justo lo que no vale la pena hacer, porque si lo hacemos no aprenderemos nada y se nos olvidará que antes de ‘todo esto’ uno conocía y confiaba en sus vecinos, la salud y la educación eran gratis, que la gente participaba de la construcción de su país de otras formas que no se cuentan en billetes, y todo ello porque creía en un proyecto, que aunque no era de todos, existía de cara al futuro. Pro-yec-to.

Antes de que Pinochet muriera una parte de Chile había muerto como consecuencia de su pulcro ejercicio político. Y con una parte de Chile no me refiero sólo a personas, sino a relaciones, modos de comunicarse, de ser y de estar con otros en el mundo. La muerte de Pinochet, su imaginario, nos recuerda un antes y un después de su figura, y nos permite revisar en qué está este país llamado Chile; para algunos la parte oscura y decadente y para otros lo prístino y moderno de la sociedad que somos. A mí me recuerda que la intolerancia y la ambición desmedida están en todas partes. A mí me recuerda la traición de una mayoría. A mí me recuerda la imagen de un barco sin rumbo navegando en un océano inmenso donde cualquier cosa puede pasar.


A modo de ejercicio, eso sí, y para no ponernos tan fúnebres sin razón, recomiendo buscar en cooperativa.cl, darle clic al link que dice “Reviva el momento en que radio cooperativa informa en vivo al mundo la muerte de Pinochet”. Darle play y cerrar los ojos un rato.

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