Barbarism begins at home

Esto pasó la semana pasada, pero no había tenido tiempo de comentarlo. Me disculparán los puristas del on line.

La Comisión Investigadora del Transantiago acababa de aprobar su Informe por siete votos contra seis. Los parlamentarios de la Alianza las consideraban insuficientes, a pesar de que responsabilizaban desde el ex Presidente Ricardo Lagos hacia abajo. La prensa encara al presidente de la Comisión, Patricio Hales, y le preguntan si fue duro mencionar a Ricardo Lagos en el Informe. Hales, evidentemente triste, responde imagínese que es el hombre con el que he dormido .. en la cárcel, en el suelo, en el mismo colchón. Es duro reconocer que cometió un error político.

Mientras veo todo esto por televisión en las noticias de la noche, pienso que pocas veces se ve a un político expresar emociones sinceras. Por supuesto, podría ser todo una gran actuación de su parte, con quizás que oscuros objetivos, pero mi intuición me dice que no es así, que efectivamente estaba dolido por haber tenido que reconocer que Lagos, su amigo, había cometido un grave error.

A la mañana siguiente, me encuentro con la noticia en el diario Las Ultimas Noticias. Un periodista, de nombre Ariel Lara, relata los hechos con un curioso sentido del humor. Asegura que la cercanía de las fiestas pone sensible a Patricio Hales, y luego que todos se miran con extrañeza luego de que Hales dice el hombre con el que he dormido. Finalmente, Cristián Monckeberg dice que quiere hablar y que la va hacer cortita, mientras algunos periodistas jocosos le responden como siempre. Esto ya es una chacra, termina escribiendo Lara. El epígrafe de la noticia es Curioso lapsus del presidente de comisión Transantiago marcó entrega de informes.

Cosas como esta me hacen sentir que vivo una vida paralela. Un hombre no puede evitar expresar una emoción, por la que no puedo sentir más que empatía, y a la prensa le parece divertidísimo que haya dicho es el hombre con el que he dormido. Ni Beavis & Butthead lo hubieran hecho mejor. Ni unos niños de octavo básico lo hubieran hecho mejor en el camarín de su colegio. Ni Che Copete lo hubiera hecho mejor en una de sus rutinas.

(Fuente)