Permítanme un paréntesis nostálgico. Una vez estuve hospitalizada en el Hospital de Chuquicamata. El Hospital tenía un nombre tan rimbombante como Roy H. Glover (y nunca supe el significado de la H). No tenía más de 5 o 6 años y, sin embargo, recuerdo de noche mirar desde mi cama a través de la ventana, en total éxtasis infantil, lo mucho que brillaban los cerros al resplandor desértico de la luna. En ese entonces aún no había tortas de mineral rodeando uno de los hospitales más hi-tech del momento, ni cubriendo las villas donde vivía la gente, ni sobre el antiguo colegio Chuquicamata (que nombre tan poco original), ni en el mercado ni en el jardín infantil Lobito Feroz.
Estuve ahí porque ahí vivimos durante un tiempo. Vivimos en la villa atacama y luego en la villa turi, todos nombres de fantasía de un campamento minero que nunca pudo llamarse ciudad ni pueblo. La fantasía gringa de las pulperías, de la gente rol A, B o C, de los hombres trabajadores y las mujeres dueñas de casa: todo listo y dispuesto como en el pueblo de cartón del joven manos de tijera, pero con menos colores y glamour.
Estuve ahí porque ahí vivimos durante un tiempo. Vivimos en la villa atacama y luego en la villa turi, todos nombres de fantasía de un campamento minero que nunca pudo llamarse ciudad ni pueblo. La fantasía gringa de las pulperías, de la gente rol A, B o C, de los hombres trabajadores y las mujeres dueñas de casa: todo listo y dispuesto como en el pueblo de cartón del joven manos de tijera, pero con menos colores y glamour.
Y ahora se muere. Para nadie era un secreto que agonizaba desde hace años y que tenía sus horas contadas, como la más eficiente y veraz de las eutanasias. Un espacio urbano poco cuidado, sin espontaneidad, feo, digámoslo con toda honestidad, y que sin embargo albergó mi infancia y la de muchos.
Ahora todas aquellas historias se quedan sin más escenografía que los rincones de la cabeza. Se muere Chuquicamata, lenta y planificadamente, como si a nadie pudiera dolerle por eso. No hace falta luego un museo donde la institucionalidad coleccione cosas y símbolos que a nadie representan. Simplemente se mueren las calles, las casas, los puntos de encuentro. Se mueren las esquinas, la plaza y sus pimientos, únicos árboles capaces de sobrevivir a tanta tierra seca. Se mueren los amores que ahí vivieron.
Mi papá me contó que en la fiesta de despedida todo Calama se subió al escenario a bailar con la Sonora Palacios. Es cierto, fue un funeral menos triste que otros, pero tal vez porque la gente que celebra ya no está en Chuqui ni en sus calles ni en sus casas de años.
Entierran Chuquicamata igual que a la gente cuando muere. Lo entierran e inevitablemente nos entierran un poco a todos los que ahí vivimos, como a los faraones con sus objetos y familiares cercanos. No era un gran lugar, pero estaba vivo porque la gente vivía su vida en él. Vivía, comía, dormía, follaba, jugaba, como en todos los lugares del mundo. Ahora sólo quedan un grupo de casas vacías en medio del desierto a punto de ser sumergidas en el mismo mineral que las puso ahí. El resto se lo lleva cada uno.
*De regalo aquí les va una mínima colección de mis recuerdos infantiles: el pesebre de llamas y guanacos en la plaza todas las navidades, mi recuerdo de la primera vez que copié en una prueba por no saber escribir la letra efe (…tenía 5 años), el cartel de “bienvenidos a la población hundidos reformados”! Las butacas duras y el olor a madera vieja del teatro donde casi nunca habían proyecciones, la señora de la feria que le decía m’ija a mi mamá mientras le vendía el lujo de un trozo de sandía, el olor de las bolitas rojas de los pimientos, la atemporalidad de las visitas a la casa de la Maquita y el Polito, los destellos de luces rojas cuando atardecía en la carretera entre Chuqui y Calama, los cerros morados al sol, ese dolorcito rico de guata que me daba al contemplar el desierto.
** No te parece L como que todo Chuquicamata podría ser un lugar animita donde estampar recuerdos encima, así como la última foto del post, antes de que todo desaparezca? de lo contrario, ¿cómo se hace cuando una ciudad es reemplazada por tierra?
1 comentario:
Gracias Libelula por tus letras y expresar el cariño y nostalgía por tu "ciudad" y la mia, LA "H" era por Harold, 2° nombre de fundador..o algo así....yo tb viví en la villa atacama y compré en el monje y en el galactico Svor 2001 ...el Buck rogers de los caramelos...muy buenas tus letras
Te invito a visitar www.chuquicamatinoxsiempre.blogspot.com y en faceboock a hacerte amiga de cienporcientochuquicamatino para que vea que Chuqi aún vive, :).. saludos
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