Ya que los chinos están a la orden del día en los posteos y las noticias, me permito sumergirme hacia oriente. El otro día fui al cine a ver una película en que un hombre deja a su mujer y a su hija en una zona rural de China. Cuando vuelve por ellas, años después, ya no existe ni mujer, ni hija, ni pueblo, ni nada conocido porque todo está bajo el agua. La película se llama Naturaleza Muerta (2006, Jia Zhang-ke), ganó Venecia el año pasado y trata sobre lo que queda de humanidad en el entorno de la famosa represa de las tres gargantas (me disculpo si ya la habían visto, pero es que aquí acaba de estrenarse).
Si la ramificación de sus microobjetos ha ocurrido con una estrategia tan agresivamente microscópica hacia fuera de sus fronteras, es imposible que sus poderes internos no se manifiesten en la cuasi exclavitud que ocurre dentro de sus fábricas o en sus pueblos a medio demoler y a punto de desaparecer bajo el agua. No es que me fascine el mundo occidental y neoliberal que vivimos, y ni siquiera la idea de libertad individual que nos han vendido, pero ¿podríamos vivir en casas que tuvieran en sus murallas la marca de hasta dónde subirá el agua en la siguiente fase del proyecto y un día amanecer con una marca en la puerta que diga “demolición autorizada”?
Lo que más impresiona de los chinos es su planificación, su magnificencia y su gran escala imperial, sin humanidad visible.
Además de sonar un tanto monstruosa, la Represa de las Tres Gargantas es una de las obras de ingeniería hidráulica más impresionantes del mundo. Para lograr algo de esta magnitud ha sido necesario mover a más de un millón y medio de personas de sus pueblos de origen, hacer desaparecer una parte importante de terreno, planificar 17 años de trabajo (que aún no concluyen) y, tal vez lo más decisivo, tener un gobierno que controla los movimientos y decisiones de las personas a tal nivel que no hay quien pueda oponerse a algo de lo que allí sucede. Todas las críticas a su factibilidad económica, medioambiental, social, a la pérdida de decenas de ciudades y más de mil pueblos, muchos milenarios, etc, se transforman en minucias y datos anecdóticos que a pocos importan y que, por lo demás, ya no tienen vuelta atrás (Más información en http://www.miliarium.com/Monografias/TresGargantas/Introduccion.asp).
Lo interesante de todo esto son las diversas formas que va adquiriendo el poder. Por qué? Porque China actualmente es un macro poder capaz de atravesar todas las fronteras con sus objetos de consumo. Ha sido capaz de reinventar el vasto poder político que le otorgó su status de imperio durante siglos, como un fenómeno de dominación moderno, más bien de corte económico, que aunque menos notorio a la opinión pública. China está en los hogares de tres cuartas partes del globo porque China es sus jugueras, su ropa, platos, juguetes y computadores; China puede ser algo tan cotidiano como eso y, al mismo tiempo, alcanzar tal extensión en su dominio que no haya lugar en el mundo donde no existan lápices y gomas de borra made in china.
Lo interesante de todo esto son las diversas formas que va adquiriendo el poder. Por qué? Porque China actualmente es un macro poder capaz de atravesar todas las fronteras con sus objetos de consumo. Ha sido capaz de reinventar el vasto poder político que le otorgó su status de imperio durante siglos, como un fenómeno de dominación moderno, más bien de corte económico, que aunque menos notorio a la opinión pública. China está en los hogares de tres cuartas partes del globo porque China es sus jugueras, su ropa, platos, juguetes y computadores; China puede ser algo tan cotidiano como eso y, al mismo tiempo, alcanzar tal extensión en su dominio que no haya lugar en el mundo donde no existan lápices y gomas de borra made in china.
Si la ramificación de sus microobjetos ha ocurrido con una estrategia tan agresivamente microscópica hacia fuera de sus fronteras, es imposible que sus poderes internos no se manifiesten en la cuasi exclavitud que ocurre dentro de sus fábricas o en sus pueblos a medio demoler y a punto de desaparecer bajo el agua. No es que me fascine el mundo occidental y neoliberal que vivimos, y ni siquiera la idea de libertad individual que nos han vendido, pero ¿podríamos vivir en casas que tuvieran en sus murallas la marca de hasta dónde subirá el agua en la siguiente fase del proyecto y un día amanecer con una marca en la puerta que diga “demolición autorizada”?
Lo que más impresiona de los chinos es su planificación, su magnificencia y su gran escala imperial, sin humanidad visible.
2 comentarios:
Creo que me voy a convertir en tu fan número uno! jeje... me encantan tus observaciones. Eso si, cuando dices que ni un ápice de humanidad visible ¿qué estamos entendiendo por humanidad?
Gracias, gracias. Se hace lo que se puede ;) Es que me llega el tema de las urbes en proceso de extinción. Sin humanidad visible me refiero a la imposibilidad de acceder, como occidental promedio, a saber/conocer/entender qué piensan y sienten las personas en China sobre las decisiones de estado. Ese universo de lo cotidiano se me hace imposible, aún cuando uno pudiera ir y verlo directamente. Desde mi escasa aproximación, es su cultura, sus lenguas, su religión, su obediencia, sus millones de gentes, sus abortos como política de estado, la inamovilidad de sus ciudadanos al interior del país, lo que veo como imposible de abordar con los criterios occidentales de respeto y entendimiento. Es la humanidad occidental a la que me refería, la del papel, la de las películas gringas, la de la boca para afuera claro.
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