jueves, 18 de octubre de 2007

Ser o no ser

Aarón Vásquez fue condenado a tres años de reclusión semicerrada por el homicidio de Alejandro Inostroza, pero la sentencia se anuló y ahora enfrenta un nuevo juicio en el que la fiscalía pide diez años de cárcel. No soy muy amigo de asociar los eventos a las filiaciones de sus protagonistas, pero esta vez me parece relevante mencionar que Aarón es hijo de Jorge Vásquez, un pastor evangélico, y por lo tanto criado al menos en teoría en un ambiente de buenos valores.

Para los que no conocen el caso, ya está establecido que hubo una discusión entre Aarón y Alejandro, que Aarón fue a buscar un bate de béisbol, y que volvió, lo golpeó y lo mató. Lo que se está aclarando, en resumen, es la intención que tenía Aarón al darle de batazos a Alejandro. Esta es parte de su declaración en el nuevo juicio: "Esa mañana no me levanté pensando en matar a nadie. Soy una persona consciente, joven, estudiante, no soy un delincuente, jamás quise que nadie resultara herido. Di un golpe al bulto, nunca quise darle un golpe en la cabeza, ni mucho menos tan fuerte ni mucho menos que se muriera".

Siempre me ha llamado la atención que un delincuente, en opinión de Aarón y de muchísimas personas más, no es una persona que comete un delito -cosa que él hizo sin lugar a dudas- si no una condición de ciertas personas. Algunos la consideran una condición adscrita, es decir que se hereda junto con el color de la piel, y otros una condición adquirida, es decir que todos nacen como uno pero algunos se vuelven delincuentes. Esto puede parecer una cuestión semántica, pero al menos para mi no lo es.

Me trataron como si fuera un delincuente es una expresión que le hemos escuchado a los más diversos delincuentes, pero especialmente a aquellos que no tienen aquel supuesto aspecto de delincuente y sin embargo, oh sorpresa, caen por tráfico de drogas, evasión de impuestos, conducción en estado de ebriedad y otra serie de, valga la redundancia, delitos.

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