Leyendo el post sobre el cardenal Herranz, me quedé con la sensación de que el autor odia profundamente a la Iglesia Católica. Como el autor soy yo mismo, me veo en la obligación de elaborar un poco. Creo que toda organización, pasado el umbral de una cierta masa crítica -de influencias, dinero, poder, y un largo etc.- se convierte en una mafia en el sentido que empieza a operar con ciertos patrones de conducta propios de la, bueno, mafia. Esto no me parece ni bueno ni malo, es sólo una observación sociológica (si me perdonan la grosería). Y claro, la Iglesia Católica es una de esas organizaciones, como lo son muchas otras: otras Iglesias de otras religiones, los gobiernos, los sindicatos, la FIFA y la propia mafia. He aquí un ejemplo. Ayer en CQC, uno de los programas más sorprendentemente sin gracia de la televisión chilena, conducían Gonzalo Valenzuela, Sergio Lagos y Benjamín Vicuña. En una nota, Ramón Llao dijo "Los actores somos muy tontos. Los actores de hoy están preocupados de los canjes de ropa y las multitiendas. Por nombrar algunos: Benjamín, Diego y Gonzalo". Entonces, los dos aludidos replicaron. Benjamín, en clave humorística afirmando que Ramón es rostro de la Piojera y que además tiene una cuenta pendiente de fanshops en el restaurante del que es dueño junto con Gonzalo Valenzuela. Gonzalo, en cambio, respondió sin dudar en clave mafiosa: "¿Acaso Ramón se habrá olvidado como entró a Hippie?. No se si te vamos a seguir prestando ropa. Y no sé que tanto hablas de ropa y canje si no tienes poto ni pelo". Pucha, Ramón, que quieres que te diga: mejor no te metas con la familia.
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